Nos planteamos miles de millones de veces el sentido que tiene nuestra vida. Nos hacemos un plan mental que si no se va cumpliendo nos va decepcionando y hundiéndonos poco a poco.
Unos quieren sacar adelante una carrera exitosa, otros quieren que el dinero milagrosamente por la orejas, otras buscan encontrar a ese alguien que se supone que está hecho para ellas. Ese otro ser humano que comparte aficiones, que aguanta sus defectos, que le hace reír, llorar, preocuparse y enorgullecerse.
Buscar y no encontrar, no buscar y encontrar y a lo mejor no darse cuenta de lo que has encontrado. Intentar escribir sobre algo de lo que cada día duda más.
¿Acaso todo es un mito? Una idea que nos meten en la cabeza y que poca gente es capaz de conseguir. Muy poca. Cada día menos.
Sácate una buena carrera, encuentra una persona para ti, que te quiera por todo lo que eres y lo que representas. Cásate con ella, forma una familia, crece, envejece, lleva una vida digna y que solo se recordará hasta la generación de tus nietos. Después tu existencia solamente quedará registrada en la lista de defunciones. No eres Aquiles, no eres un soldado glorioso, no eres una persona extraordinariamente valiente y fuerte capaz de luchar con todo lo que se te pone por delante. En realidad, todos somos débiles. Todos necesitamos un apoyo en esta existencia que está creada basándose en la convivencia.
Se duro y te recordarán, se amable y lo más probable es que pocos lo hagan.
Ahora viene lo importante, ¿no es mejor eso que cualquier cosa? ¿Ser recordada por unos pocos que te recuerdan por el amor que sienten por ti? Unos pocos que de verdad sabían lo que pensabas, lo que tus frases significaban, unos pocos que aunque no dijeses nada sabían lo que deseabas.
Busca y al final, si se tiene paciencia, siempre se encuentra lo que se busca. Todos tenemos nuestro talón
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