Muestra de lo que le pasa al cerebro de una estudiante ... Verídico... Así que no me geometrices la cabeza

jueves, 26 de abril de 2012



REENCUENTROS

LAURA, 27 años, una mujer alta, inconscientemente cómica, de cara sonrosada y bonita, tan saludable y con tan buen color que la gente le suele sonreír encantada.
Hoy, un día muy caluroso de mayo, Laura, como cada día, sale de casa para hacer sus recados. Después de hacer la compra y de camino a casa, LAURA se para en frente de la joyería más grande de la ciudad. Nunca había cruzado la puerta de acceso, pero tras ver bien el escaparate, decide entrar a mirar las joyas, marcos y cristalerías que allí tienen. Tras hora y media recorriendo la lujosa tienda, LAURA sale con un paquete envuelto y en una bolsa. Le encantan los ceniceros, aunque, esta vez, era un decorativo cuenco pequeño. LAURA camina sonriendo y moviendo los brazos de un lado a otro. Había comprado una ganga.
En  casa, su marido, MARTÍN, un hombre alegre de 28 años, atlético, de metro ochenta, con hombros anchos y cara cuadrada, la esperaba furioso. Había caminado casi un kilómetro desde la estación de tren hasta casa; estaba acalorado, cansado y molesto porque no estaba la comida aun servida. El enfado aumenta cuando ve a LAURA con un paquete.
LAURA con una gran sonrisa en la boca e ignorando el enojo de su marido, le enseña a MARTÍN su nueva adquisición de sargadelos. Tras observar el objeto desde todos los ángulos, MARTÍN lo deja encima de la mesa con parsimonia, se levanta y comienza una fuerte discusión. La cara de LAURA cambia completamente. Esta reacción durará poco puesto que ante una recriminación de MARTIN, LAURA se ríe. MARTÍN, sin añadir ni una palabra más comienza a subir la escalera que conduce al piso superior de su apartamento.

Mientras sube las escaleras se quita la ropa. LAURA lo persigue para continuar con la discusión. La disputa aumenta y LAURA comienza a llorar. Luego se ríe.
Se escucha una bocina apergaminada, extranjera, débil. Es ESTEBAN, un amigo de la pareja que va a cenar con ellos. ESTEBAN es alto, desgarbado, increíblemente sombrío y con una gran admiración a MARTÍN. LAURA corre a preparar la cena, mientras, MARTÍN reanuda su búsqueda de una camisa. Del último cajón de la cómoda extrajo una camiseta vieja y desteñida de algodón a listas rojas y blancas, con las mangas bastante arrugadas. La había comprado cuando estaba en la universidad.
Después de aparcar el coche en un diminuto hueco, a pesar de haber aparcamientos más grandes, ESTEBAN entra en la casa, saluda a todos y comienza a hablar con MARTÍN, mientras que LAURA termina de hacer la cena.
Lo que parecía una velada de reencuentros entre viejos amigos de universidad, se convirtió en una noche muy especial para LAURA, puesto que siente algo más por ESTEBAN, pero ella misma sabe que a lo único que puede aspirar es a un beso de amistad. Ella desconoce que ESTEBAN no solo va allí por ver a su mejor amigo, sino porque también está enamorado de ella desde el momento en que la conoció en su boda con MARTÍN. Al final de la noche se despedirán como ya han hecho otras veces. A LAURA le entra un ataque de risa.

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